
Hace unos días una plataforma petrolífera de la empresa BP que perforaba un pozo en el Golfo de Mexico explotó y se undió. En la explosión murieron 11 trabajadores y desde el pasado 22 de abril se están vertiendo al mar cada día el equivalente a 5000 barriles de crudo. Por si esto no fuera suficiente, BP informó que los químicos que está aplicando para dispersar el crudo e impedir que suba a la superficie están teniendo un impacto significativo, aunque no ofreció detalles específicos.
Tras oir la noticia no pude evitar pensar en el 13 de noviembre de 2002, día en que el petrolero Prestige se undió en nuestras costas gallegas, siete años después sigue perdiendo entre 20 y 50 litros de fuel al día; en las playas todavía perduran las cicatrices y las miles de personas que gritamos nunca mais o que voluntariamente dedicaron su tiempo a labores de limpieza tampoco podremos borrar aquellas imágenes del barco partido en dos y el fuel en el mar sin sentir impotencia y dolor por esa mar que todavía hoy sufre.
El oro negro significa dinero y poder, pero a costa de guerras, muerte, pobreza y mareas negras que nos ensucian la vista.
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