martes, 23 de febrero de 2010
No estoy segura de si este blog se puede leer a través de gloogle. No es un problema nuevo, llevo preocupándome por lo mismo desde que empecé a escribir. No sé si se puede llegar a este espacio con un buscador, porque lo he intentado y me resulta imposible. No sé si hay alguien que me lee, alguien que esté al otro lado cuando yo escribo o simplemente mando mensajes a la nada más absoluta de internet. No sé para quién escribo puesto que creo que ya ni escribo para mi misma.
lunes, 1 de febrero de 2010
Exámenes
Ahora que es época de exámenes en las universidades y andamos todos subiéndonos por las paredes, os dejo algo que seguro os hará reír para que, como dice mi profesor de matemáticas, no nos pongamos nerviosos:
La siguiente pregunta fue hecha en un examen trimestral de química en la Universidad Complutense de Madrid.La respuesta de uno de los estudiantes era tan ``profunda´´ que el profesor quiso compartirla con sus colegas.
Pregunta: ¿Es el infierno exotérmico (desprende calor) o endotérmico (lo absorbe)?
La mayoría de los estudiantes escribieron sus comentarios sobre la Ley de Boyle (el gas se enfría cuando se expande y se calienta cuando se comprime).
Un estudiante, sin embargo, escribió lo siguiente:
En primer lugar, necesitamos saber en qué medida la masa total del infierno varía con el tiempo.Para ello hemos de saber a qué ritmo entran las almas en el infierno y a qué ritmo salen. Tengo entendido, sin embargo, que una vez dentro del infierno las almas ya no salen de él. Por lo tanto no se producen salidas.En cuanto a cuántas almas entran, veamos lo que dicen las diferentes religiones: la mayoría de ellas declaran que si no perteneces a ellas, irás al infierno. Dado que hay más de una religión que así se expresa y dado que la gente no pertenece a más de una, podemos concluir que todas las almas van al infierno.
Con las tasa de nacimientos y muertes existentes, podemos deducir que el número de almas en el infierno crece de manera exponencial.
Veamos ahora cómo varía el volumen del infierno: según la Ley de Boyle para que la temperatura y la presión del infierno se mantengan estables, el volumen debe expandirse en proporción a la entrada de almas. Hay dos posibilidades:
I. Si el infierno se expande a una velocidad menor que la de entrada de almas, la temperatura y la presión en el infierno se incrementarán hasta que éste se desintegre.
II. Si el infierno se expande a una velocidad mayor que la de entrada de almas, la temperatura y la presión disminuirán hasta que el infierno se congele.
¿Qué posibilidad es la verdadera? Si aceptamos lo que me dijo Ana en mi primer año de carrera (``hará frío en el infierno antes de que me acueste contigo´´), y teniendo en cuenta que me acosté con ella ayer noche, la posibilidad número II es la verdadera y por tanto daremos como cierto que el infierno es exotérmico y que ya está congelado. El corolario de esta teoría es que, dado que el infierno ya está congelado, ya no acepta más almas y está, por tanto, extinguido dejando al cielo como única prueba de la existencia de un ser divino, lo que explica por qué, anoche, Ana no paraba de gritar ``¡Oh, dios mío!´´.
Dicho estudiante fue el único que sacó sobresaliente.
Lo leí esta mañana y me hizo bastante gracia, aunque en mi modesta opinión solo es un chico presumiendo de su noche con la tal Ana, pero con mucha labia, eso sí.
Yo después de esto ya sólo puedo decir: ¡ay señor, llévame pronto!
La siguiente pregunta fue hecha en un examen trimestral de química en la Universidad Complutense de Madrid.La respuesta de uno de los estudiantes era tan ``profunda´´ que el profesor quiso compartirla con sus colegas.
Pregunta: ¿Es el infierno exotérmico (desprende calor) o endotérmico (lo absorbe)?
La mayoría de los estudiantes escribieron sus comentarios sobre la Ley de Boyle (el gas se enfría cuando se expande y se calienta cuando se comprime).
Un estudiante, sin embargo, escribió lo siguiente:
En primer lugar, necesitamos saber en qué medida la masa total del infierno varía con el tiempo.Para ello hemos de saber a qué ritmo entran las almas en el infierno y a qué ritmo salen. Tengo entendido, sin embargo, que una vez dentro del infierno las almas ya no salen de él. Por lo tanto no se producen salidas.En cuanto a cuántas almas entran, veamos lo que dicen las diferentes religiones: la mayoría de ellas declaran que si no perteneces a ellas, irás al infierno. Dado que hay más de una religión que así se expresa y dado que la gente no pertenece a más de una, podemos concluir que todas las almas van al infierno.
Con las tasa de nacimientos y muertes existentes, podemos deducir que el número de almas en el infierno crece de manera exponencial.
Veamos ahora cómo varía el volumen del infierno: según la Ley de Boyle para que la temperatura y la presión del infierno se mantengan estables, el volumen debe expandirse en proporción a la entrada de almas. Hay dos posibilidades:
I. Si el infierno se expande a una velocidad menor que la de entrada de almas, la temperatura y la presión en el infierno se incrementarán hasta que éste se desintegre.
II. Si el infierno se expande a una velocidad mayor que la de entrada de almas, la temperatura y la presión disminuirán hasta que el infierno se congele.
¿Qué posibilidad es la verdadera? Si aceptamos lo que me dijo Ana en mi primer año de carrera (``hará frío en el infierno antes de que me acueste contigo´´), y teniendo en cuenta que me acosté con ella ayer noche, la posibilidad número II es la verdadera y por tanto daremos como cierto que el infierno es exotérmico y que ya está congelado. El corolario de esta teoría es que, dado que el infierno ya está congelado, ya no acepta más almas y está, por tanto, extinguido dejando al cielo como única prueba de la existencia de un ser divino, lo que explica por qué, anoche, Ana no paraba de gritar ``¡Oh, dios mío!´´.
Dicho estudiante fue el único que sacó sobresaliente.
Lo leí esta mañana y me hizo bastante gracia, aunque en mi modesta opinión solo es un chico presumiendo de su noche con la tal Ana, pero con mucha labia, eso sí.
Yo después de esto ya sólo puedo decir: ¡ay señor, llévame pronto!
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